LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO
Un granjero y su esposa tenían una gallina que ponía un huevo de oro cada día. Supusieron que la gallina debería contener un gran terrón del oro en su interior, y para tratar de conseguirlo de una sola vez, la mataron. Haciéndolo así pues, encontraron para su sorpresa que la gallina se diferenciaba en nada de sus otras gallinas. El par de ingenuos, esperando llegar a ser ricos de una sola vez, se privaron en adelante del ingreso del cual se habían asegurado día por día.
Nunca destruyas, por ninguna razón, lo que buenamente haz adquirido y te está proveyendo de bienestar.
SIMON EL BOBITO
Simón el bobito llamó al pastelero:
¡a ver los pasteles, los quiero probar!
-Sí, repuso el otro, pero antes yo quiero
ver ese cuartillo con que has de pagar.
Buscó en los bolsillos el buen Simoncito
y dijo: ¡de veras! no tengo ni unito.
A Simón el bobito le gusta el pescado
Y quiere volverse también pescador,
Y pasa las horas sentado, sentado,
pescando en el balde de mamá Leonor.
Hizo Simoncito un pastel de nieve
Y a asar en las brasas hambriento lo echó,
pero el pastelito se deshizo en breve
y apagó las brasas y nada comió.
Simón vio unos cardos cargando viruelas
Y dijo: -¡qué bueno! las voy a coger.
Pero peor que agujas y puntas de espuelas
Le hicieron brincar y silbar y morder.
Se lavó con negro de embolar zapato
porque su mamita no le dio jabón,
y cuando cazaban ratones los gatos
espantaba al gato gritando: ¡ratón!
Ordeñando un día la vaca pintada
le apretó la cola en vez del pezón;
y ¡aquí de la vaca! le dio tal patada
que como un trompito bailó don Simón.
Y cayó montado sobre la ternera
y doña ternera se enojó también
y ahí va otro brinco y otra pateadera
y dos revolcadas en un santiamén.
Se montó en un burro que halló en el mercado
y a cazar venados alegre partió,
voló por las calles sin ver un venado,
rodó por las piedras y el asno se huyó.
A comprar un lomo lo envió taita Lucio,
y él lo trajo a casa con gran precaución
colgado del rabo de un caballo rucio
para que llegase limpio y sabrosón.
Empezando apenas a cuajarse el hielo
Simón el bobito se fue a patinar,
cuando de repente se le rompe el suelo
y grita: ¡me ahogo! ¡vénganme a sacar!
Trepándose a un árbol a robarse un nido,
la pobre casita de un mirlo cantor,
desgájase el árbol, Simón da un chillido,
y cayó en un pozo de pésimo olor
Ve un pato, le apunta, descarga el trabuco:
taita yo no puedo matar pajaruco
porque cuando tiro se espanta y se va.
Viendo una salsera llena de mostaza
se tomó un buen trago creyéndola miel,
y estuvo rabiando y echando babaza
con tamaña lengua y ojos de clavel.
Vio un montón de tierra que estorbaba el paso
y unos preguntaban ¿qué haremos aquí?
bobos dijo el niño resolviendo el caso;
El patito se sentía muy desgraciado y muy sólo y decidió irse de allí. Cuando todos fueron a dormir, él se escondió entre unos juncos, y así emprendió un largo camino hasta que, de pronto, vio un molino y una hermosa joven echando trigo a las gallinas. Él se acercó con recelo y al ver que todos callaban decidió quedarse allí a vivir. Pero al poco tiempo todos empezaron a llamarle "patito feo", "pato gordo"..., e incluso el gallo lo maltrataba. Una noche escuchó a los dueños del molino decir: "Ese pato está demasiado gordo; lo vamos a tener que asar". El pato enmudeció de miedo y decidió que esa noche huiría de allí. Durante todo el invierno estuvo deambulando de un sitio para otro sin encontrar donde vivir, ni con quién. Cuando llegó por fin la primavera, el pato salió de su cobijo para pasear. De pronto, vio a unos hermosos cisnes blancos, de cuello largo, y el patito decidió acercarse a ellos. Los cisnes al verlo se alegraron y el pato se quedó un poco asombrado, ya que nadie nunca se había alegrado de verlo. Todos los cisnes lo rodearon y lo aceptaron desde un primer momento. Él no sabía que le estaba pasando: de pronto, miró al agua del lago y fue así como al ver su sombra descubrió que era un precioso cisne más. Desde entonces vivió feliz y muy querido con su nueva familia.
que abran un grande hoyo y la echen allí
Lo enviaron por agua, y él fue volandito
seguirá su historia pintoresca y fiel
EL PATITO FEO
En una hermosa mañana primaveral, una hermosa y fuerte pata empollaba sus huevos y mientras lo hacía, pensaba en los hijitos fuertes y preciosos que pronto iba a tener. De pronto, empezaron a abrirse los cascarones. A cada cabeza que asomaba, el corazón le latía con fuerza. Los patitos empezaron a esponjarse mientras piaban a coro. La madre los miraba eran todos tan hermosos, únicamente habrá uno, el último, que resultaba algo raro, como más gordo y feo que los demás. Poco a poco, los patos fueron creciendo y aprendiendo a buscar entre las hierbas los más gordos gusanos, y a nadar y bucear en el agua. Cada día se les veía más bonitos. Únicamente aquel que nació el último iba cada día más largo de cuello y más gordo de cuerpo.... La madre pata estaba preocupada y triste ya que todo el mundo que pasaba por el lado del pato lo miraba con rareza. Poco a poco el vecindario lo empezó a llamar el "patito feo" y hasta sus mismos hermanos lo despreciaban porque lo veían diferente a ellos.
El patito se sentía muy desgraciado y muy sólo y decidió irse de allí. Cuando todos fueron a dormir, él se escondió entre unos juncos, y así emprendió un largo camino hasta que, de pronto, vio un molino y una hermosa joven echando trigo a las gallinas. Él se acercó con recelo y al ver que todos callaban decidió quedarse allí a vivir. Pero al poco tiempo todos empezaron a llamarle "patito feo", "pato gordo"..., e incluso el gallo lo maltrataba. Una noche escuchó a los dueños del molino decir: "Ese pato está demasiado gordo; lo vamos a tener que asar". El pato enmudeció de miedo y decidió que esa noche huiría de allí. Durante todo el invierno estuvo deambulando de un sitio para otro sin encontrar donde vivir, ni con quién. Cuando llegó por fin la primavera, el pato salió de su cobijo para pasear. De pronto, vio a unos hermosos cisnes blancos, de cuello largo, y el patito decidió acercarse a ellos. Los cisnes al verlo se alegraron y el pato se quedó un poco asombrado, ya que nadie nunca se había alegrado de verlo. Todos los cisnes lo rodearon y lo aceptaron desde un primer momento. Él no sabía que le estaba pasando: de pronto, miró al agua del lago y fue así como al ver su sombra descubrió que era un precioso cisne más. Desde entonces vivió feliz y muy querido con su nueva familia.
FIN
Tomado de :https://www.google.com.co/search? =cuentodel+patito+feo&tbm=vid&source=lnms&sa=X&ei=T3lxU5n-POac8QHs04BQ&ved=0CAkQ_AUoAg&biw=1242&bih=585&
RICITTOS DE ORO
Entonces, se sentó en la silla pequeña, pero se dejó
caer con tanta fuerza, que la rompió. Entro en un cuarto que tenía tres camas.
Una, era grande; otra, era mediana; y otra, pequeña. La niña se acostó en la
cama grande, pero la encontró muy dura. Luego, se acostó en la cama mediana,
pero también le pereció dura. Después, se acostó, en la cama pequeña. Y esta la
encontró tan de su gusto, que Ricitos de Oro se quedó dormida. Estando dormida
Ricitos de Oro, llegaron los dueños de la casita, que era una familia de Osos,
y venían de dar su diario paseo por el bosque mientras se enfriaba la leche.
¡Alguien ha probado mi leche! El Osito pequeño dijo
llorando con voz suave: se han tomado toda
Mi leche! Los tres Osos se miraron unos a otros y
no sabían que pensar. Pero el Osito pequeño lloraba tanto, que su papa quiso
distraerle. Para conseguirlo, le dijo que no hiciera caso, porque ahora iban a
sentarse en las tres sillas de color azul que tenían, una para cada uno.
Se
levantaron de la mesa, y fueron a la salita donde estaban las sillas.
¿Que
ocurrió entonces? El Oso grande grito muy fuerte: -¡Alguien ha tocado mi silla!
El Oso mediano gruño un poco Menos fuerte. -¡Alguien ha tocado mi silla! El
Osito pequeño dijo llorando con voz suave: se han sentado en mi silla y la han
roto! Siguieron buscando por la casa, y entraron en el cuarto de dormir. El Oso
grande dijo: -¡Alguien se ha acostado en mi cama! El Oso mediano dijo:-¡Alguien se ha acostado en mi cama!
Al
mirar la cama pequeñita, vieron en ella a Ricitos de Oro, y el Osito pequeño
dijo:
-¡Alguien
está durmiendo en mi cama! Se despertó entonces la niña, y al ver a los tres
Osos tan enfadados, se asustó tanto, que dio un Salto y salió de la cama. Como
estaba abierta una ventana de la casita, salto ‘por ella Ricitos de Oro, y corrió
sin parar por el bosque hasta que encontró el camino de su casa.
F
I N
LOS TRES CERDITOS
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